20/10/09

Algunos secretos

Una vela terminada es generalmente suficiente. Para darle el máximo lustre, puede también pulirse con papel de lija extra suave, sin apretar demasiado, y luego con un tapón de corcho de sección plana mojado en aceite.
Sin embargo, puede añadírsele una decoración ornamental. Es el mo­mento de poner en juego la creatividad, pero no hay que olvidar ciertos consejos:
• Si la vela está coloreada, y más si tiene varios colores, no hay que po­ner demasiado en evidencia una decoración de color llamativo o con­trastado en exceso.
• No conviene poner sobre una misma vela, varios motivos de género distinto.
• Evitar las decoraciones muy grabadas que exigen huecos profundos o numerosos, si se quiere que la vela guarde su auténtica función que es la de quemar con llama neta y duradera.
Para los principales tipos de decoración, hay que tener en cuenta:
• El grabado en frío (con ayuda de un buril, un clavo, cuchillo, etc.) dará un dibujo de predominante rectilíneo. Dichos rasgos pueden enne­grecerse ya sea con pintura al óleo o con una pátina.
• Para el grabado en caliente, es suficiente calentar a la llama los mis­mos instrumentos que así realizarán unos dibujos más variados, más ac­cidentados, eventualmente algo ennegrecidos. Esto último se logra, ca­lentando los instrumentos en la llama de una vela; por el contrario, la lla­ma de gas no tiñe las puntas metálicas.
• El baño de la vela en arena (no confundirse con vela en molde de arena), le da un aspecto granulado pero impide esculpirla. Haciéndola rodar sobre agua incolora y luego espolvoreándola con polvo de bronce (llamado también "polvo de oro"), se obtendrá una siembra inegular de polvo metálico. La aplicación directa de pintura metálica en tubo, pro­duce un dorado más uniforme.
• La decoración en relieve se hace con cera de modelar. Van aplicándo­se los distintos motivos sin llegar a recubrir toda la superficie de la vela.
Incluso una simple vela blanca admite una decoración vegetal bonita y fácil de realizar, si no se planificó con antelación el agregado de las flo­res (en este caso, es otra la técnica a seguir, la cual compartiremos más adelante). Si se consiguen hojas y flores completamente secas, se pue­den colocar bien planas sobre una vela y con ayuda de un pincel recu­brirlas de una capa finísima de parafina fundida. Dejar luego rodar la ve­la, sin apoyarla demasiado.
Sí se trata de una vela de caras planas, será más estético repartir los or­namentos de forma parecida en cada una de sus caras.

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